Muchos de nosotros aprendimos a utilizar la bicicleta desde niños, era una forma de ganar confianza en nosotros mismos, de fortalecer nuestra relación con nuestros padres y lo que más nos gustaba, era ver florecer nuestras relaciones interpersonales, reunirnos con nuestros amigos, primos, vecinos y con la inocencia desbordadas recorrer las calles de nuestro sector. Sentir correr la brisa en nuestro rostro, sudar la gota gorda, parar en una bodega para refrescarnos y compartir con el clan un refresco o un helado, así pasábamos el día y la noche llegaba y aun no queríamos bajarnos de nuestra bici y menos cederla, así que nuestros hermanos, primos o amigos tenían que conformarse en ir en la parte de atrás o sentados en el tubo superior. La bicicleta nos ha acompañado desde la infancia, hay territorios que la han cambiado por las condiciones urbanas de su ciudad, reemplazandolas por carros, autobuses, metros, trenes, ferrocarriles, entre otros, sin embargo, países como China, Bélgica, Suiza, Japón, Finlandia, Noruega, Suecia y Alemania, las han hecho parte de su sistema de transporte. La bicicleta se ha convertido en una necesidad para muchos, es un medio de transporte sencillo, ecológico y económico, que nos permite contrarrestar la contaminación que genera el calentamiento global, nos ayuda a mantenernos en forma y a contrarrestar el stress, recordemos que hoy en día es un enemigo silencioso, del cual hablaremos en otro artículo. Por esto y mucho más desde el 2018, se celebra cada 3 de junio el día mundial de la bicicleta. Desde Proyecto Psicoexpansión te invitamos a utilizar la bicicleta y hacerla tu medio de transporte, para fortalecer tus espacios sociales, personales y contribuir a salvar el mundo. Recuerda… Tú felicidad depende de ti.
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